Mi Fe se perdió en Moscú. Enrique Castro Delgado. Edición de Sergio Campos Cacho. Espuela de Plata. España en Armas. Editorial Renacimiento. 2018.

Esta nueva edición de Mi fe se perdió en Moscú merece ser celebrada y el contenido de su libro seriamente debatido. Una edición que aporta un estudio introductorio profundo y erudito, con unos anexos documentales fundamentales, y unas notas del editor que aportan mucha información necesaria para entender este libro imprescindible. El libro precisa su discusión por dos sentidos, el político y el literario, dos elementos centrales para una lectura amena y de interés que suele escasear en la literatura política en general. Veamos estos puntos.

El libro de Castro Delgado tiene una importancia central para la Guerra Civil española, y diría, para la historia política de América Latina también, aunque estrictamente el libro hable del exilio comunista después de la Guerra Civil española en la Unión Soviética.

Castro Delgado fue un dirigente central del Partido Comunista español, primer dirigente del Quinto Regimiento, dirigió en Madrid las milicias comunistas que atacaron (y reprimieron) el Cuartel de la Montaña en los decisivos días posteriores al intento de sublevación de los militares del 18 de julio, dirigió la checa de la calle Serrano, redactor de Mundo Obrero (diario del PCE), además de numerosas responsabilidades políticas y militares durante el conflicto.

Lo interesante de la introducción de Sergio Campos es como ha investigado la existencia de las cartas del Partido, la historia de las personas mencionadas, los datos de los pasajeros de los viajes de Castro y todo detalle que se nos pueda ocurrir, todo para descubrir que aunque Castro Delgado altera algunas cosas de la realidad, en lo esencial, todo esta puesto en su lugar y no hay alteraciones sustanciales a lo que efectivamente habría ocurrido (los anexos del libro son hallazgos de Campos). Esta investigación le da más fuerza aún al libro Mi fe se perdió en Moscú y esperemos que Campos pueda publicar dentro de poco la biografía de Castro Delgado que nos aportará seguro muchísima información interesante vinculada directamente a la Guerra Civil española como a la intrahistoria del Partido Comunista de España.

El libro habla de su experiencia en la URSS como dirigente y la vida cotidiana en un funcionario de la Komintern (Tercera Internacional Comunista, órgano de coordinación de los Partidos Comunistas).

Su historia es la historia de un renegado, sobre quien pesa la idea de traición. Su vida en la URSS y su relato de esa vida en este libro significan un repaso por los españoles militantes del PCE, niños en la URSS, prisioneros en Gulags, aviadores y marinos republicanos, una historia hasta ahora casi desconocida y escondida.

Una sentencia de su esposa, Esperanza Abascal, guía el libro desde el principio: la experiencia soviética es un inmenso campo de concentración, con tranvías, con trolebuses, con autobuses y un Metro con mármoles de todos los rincones del mundo.

En este libro claramente escrito bajo un intento de que buen relato literario, lo político también se presenta bajo esa forma. Parecería que Castro Delgado sabría que un libro de denuncia no alcanzaba, que tenía que hacer un libro que en su propia forma explicará su realidad, y nada mejor que el sarcasmo, la ironía y por sobre todo el absurdo. Absurdo que la propia realidad soviética le ponía delante de sus narices todo el tiempo y Castro Delgado ha podido encontrar en la literatura la forma expresarlo plásticamente.

Por supuesto el libro tiene sus silencios, esconde su participación en cosas negativas, su petulancia, tan señalada por sus adversarios, como es el propio Lister, que es tan atacado por su limitada capacidad en este libro, o como dirá el propio Lister en el libro Nuestra guerra: “entre sus características destacaba la cobardía”. También esconde, por momentos sus intenciones bajo su defensa de la “libertad” y la “democracia”, pero el libro no tiene un moral de denuncia en ningún momento.

En el plano político el libro de Castro Delgado muestra una fuerte denuncia mostrada con pelo y señales de lo que es la Komintern donde todos los partidos políticos comunistas respondían siempre a los lineamientos e interés de la política exterior soviética en su conflicto con los otros países en el mundo. Según Castro Delgado: “el Comité Central del Partido comunista de la URSS dirigía todo aquel estado mayor político, militar y diplomático” (67); “quien ha dirigido la política de los partidos comunistas ha sido el Comité Central del Partido Bolchevique, a través de la Komintern” (128); y “la Komintern se nos muestra en su verdadera fisonomía: un órgano al servicio del estado soviético” (264). Esta quizás sea la enseñanza mayor que el libro de Castro Delgado nos deja para entender muchas de las políticas instrumentadas dentro del Frente Popular durante la Guerra Civil española. En el libro se habla de los 500 emigrados del PCE españoles “debidamente controlados” (58). La historia de los marinos republicanos (no comunistas) obligados a quedarse en la URRS, de los aviadores, de los niños en la URRS y de los militantes rasos obligados a trabajar de oficios que ellos desconocían, y a quienes el hambre y la muerte les acechaba permanentemente. También se habla de la puja política con Dolores Ibárruri, del miedo como forma de organizar la estructura, el debate y hasta el diálogo en el Moscú previo ala segunda guerra mundial y dentro e la Komintern, de las formas de analizar las contradicciones manifiestas entre discurso político soviético y política efectiva y real, por ejemplo el caso del pacto alemán soviético (Ribbentrop-Molotov) que tanta incidencia tuvo en la Guerra Civil española y sobre la vida de miles militantes comunistas sobretodo en Francia mientras que Rusia pateaba para adelante el conflicto con el gobierno nazi suministrándole trigo y petróleo en su conflicto inicial con Polonia y las potencias occidentales. Como empieza la introducción, Castro Delgado hace una caricatura del pacto de no agresión entre Hitler-Stalin, de los muertos de hambre, de un disparatado (y trágico) viaje en tren de once días con la salida de los funcionarios de la Komintern de Moscú, y termina siendo “un auto de fe que transcurre como un thriller asfixiante” (7).

Creo que la principal conclusión de Castro Delgado respecto de la Guerra Civil española es claramente esta: “.. la pequeña ayuda que se dio a España y que se cobró con creces, no era ayuda para vencer, era solo un ayuda para prolongar nuestra agonía y mantener abierto un frente que distrajera determinado número de fuerzas y esfuerzos del fascismo internacional” (267).

En el libro también se caracterizan los principales funcionarios de la Komintern Gerö, Stepanov, Togliatti, Dimitrov y el todo poderoso Manuislki. También de sus camaradas del PCE, José Díaz, José Lister, Dolores Ibárruri, José Hernández, Juan Modesto, entre tantos otros.

Mi fe se perdió en Moscú sigue una simple línea cronológica, el primero, el segundo día, el primer año hasta el ultimo año que esta en la URRS: 1945.

Con respecto a su fuerza literaria puntualizo algunos procedimientos literarios esgrimidos con maestría por Castro Delgado: la repetición de palabras; de frases ejes entre capítulos; la interrupción del relato político con escenas de la cotidianeidad; las metáforas; la ironía; el sarcasmo y el absurdo caricaturesco; la contradicción; la intriga; la ambigüedad; la enumeración; la objetivación humana y la subjetividad de las cosas; diálogos desopilantes; estiramiento del tiempo; y un manejo de los ritmos y tonos del relato.

Por momentos el relato pierde la fuerza literaria, sin embargo vuelve a retomarla inmediatamente. El libro, aunque largo, logra sostener la lectura en tensión, increíble para una historia personal con intento de discurso literario sobre una historia de casi ya mas de ochenta años.

“Gris, gris, el cielo, los capotes, el barco” (36).

“Se habla en muchos idiomas pero se mira en una sola dirección” (38)

“Quisiera hablar con alguien […] sin embargo estoy condenado al silencio” (39).

“Ayer no vi nada o casi nada de los que hoy atrae mi atención” (41).

“me he dado cuenta, el primer día estaba preocupado con los hombres para darme cuenta de las cosas” (41).

“dos hombres de guardia que parecen de bronce” (44).

“Mi reloj no comprende que tenga prisa” (47).

“Y yo preocupado con mi biografía. Y todos preocupados con mi biografía, como si la biografía de un hombre fuera para ellos la estampa del mundo” (56).

“..el español ama u odia con intensidad insobrepasable. El termino medio le repugna” (59).

“El partido sabe mejor que cada uno lo que cada cual es capaz de hacer” (63).

“Creo que muchos de los oyentes ya no oyen nada” (109).

“Y yo, envuelto en inmensa soberbia, procuro disimular que tengo frio” (116).

“La desobediencia no se tolera, …y desobediencia es todo lo que no sea estar de acuerdo con algo” (138).

“Unos faros que iluminan la tragedia” (158).

“Nada es mas sobornable que un parásito” (161).

“Y nosotros que no podemos resolver nada, somos quienes tenemos que opinar sobre todo…” (196).

“Si uno discrepa y la discrepancia no es de fondo no le hacen caso; si la discrepancia es grave, pretenden “convencerle”; si uno insiste, le indican que sufre una desviación de éste u otro tipo, y si después de esto no rectifica, rápidamente viene la sanción” (223).

“Nos han dicho siempre lo que hay que hacer, pero nunca nos han pedido opinión de sobre qué hacer y cómo hacerlo” (252).

“Todos estamos nerviosos. Nadie aguanta a nadie. Nadie somos nadie” (316).

“..he sentido ganas de llorar. Pero no he llorado” (381).

“El fanático nace de la ignorancia, el escéptico suele ser, en muchos casos, un fanático desfanatizado. Y ambos una peligro plaga social” (419).

“Yo, el silencio y las sombras encerrados en este despacho” (432).

“Moscú se vuelve noche. Esperanza cosa” (513).

“… los diletantes son peor que las víboras” (635).


Quizás la frase más bella literariamente que resalta la pérdida de fe de Enrique Castro Delgado en el comunismo de la Unión Soviética es: “El instinto de conservación, en ellos y en mí, hace que el desengaño, la desesperación, la desconfianza y la búsqueda, la escondamos en los más hondo”.
Quizás Castro Delgado por ser un renegado era una anomalía donde el propio funcionamiento de la organización hace que la formas de reaccionar frente al disidente tengan esa violencia de exclusión tan fuerte. Todo esto esta relatado con calma y sin odio, ni cargando las tintas, en la historia de su propia expulsión después de la muerte de José Díaz, líder del Partido Comunista, y el debate que culminó en el liderazgo de Dolores Ibárruri. Pero todo esto se muestra aún más paradójico cuando sabemos que Castro Delgado pudo salir de la URSS vivo. Parece que una circunstancia aleatoria lo ayudo. Se hizo amigo de Caridad Mercader, la madre de Ramón Mercader, quien asesino a Trotsky en México. Caridad estaba casada con Nahum Eitington, quien era agente de la NKVD (policía secreta soviética) y jefe de la operación se asesinato de Trotsky en México. Él sería quien habría ayudado a salir de la URSS a Enrique Castro Delgado.
En México Julián Gorkin, de quien se ha probado que la CIA habría financiado parte de sus publicaciones, le editará el libro. Aparentemente (como podrán ver en el video de la charla que adjuntamos) Castro Delgado le habría soplado el nombre de Ramón Mercader a Julián Gorkin por el asesinato de Trostky.
El libro de Enrique Castro Delgado no sólo es importante por la política y la literatura que encierra, sino por sobretodo porque muestra miserias y formas humanas, de la duda y la necesidad cotidiana con un detalle impresionante. Y lo político no surge de una abstracción teórica sino de una experiencia cotidiana, de una vida, un trabajo, de su día a día, por eso quizás sus afirmaciones suenan genuinas y con más fuerza de verdad.
Un libro imprescindible que merece ser debatido.


El video de la charla de presentación del libro en el congreso de Grupos de Estudios del Frente de Madrid de noviembre de 2018:


 

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