El silencio sobre Cómo terminó la guerra de España de José García Pradas tiene su explicación. El anarquismo dejó de tener presencia política y un aparato de propaganda que respalde y disperse sus posturas a diferencia del Partido Comunista. También el libro de García Pradas encierra unos silencios sobre los que habla llamativos; entre algunos de ellos, las negociaciones paralelas con Franco de Casado, la relación con Inglaterra, las decisiones que llevaron a dejar en España a la mayoría militante y muchos dirigentes a correr suerte con la represión franquista (como lo demostró Carlos García-Alix en el caso de Felipe Sandoval), y el más canalla de sus silencios respecto a las responsabilidades en el fusilamiento de Barceló por “felón”(81 y 104). Esto no quita sus virtudes sobre las que calla la bibliografía actual; las causas de la caída de Cataluña, el destino de los fondos manejados por el gobierno de Negrin, los fusilamientos bajo responsabilidad del PCE en el levantamiento de Casado, la última venta fraudulenta (y retrasada ex profeso) de armas de la URSS, la prohibición de la operación proyectada sobre Mérida y Badajoz, y el discurso confraternizador del aparato propagandístico comunista de cara al gobierno de Burgos y Franco antes de la escalada que llevaría al golpe de Casado. Sin embargo, esa parcialidad no puede ocultar cierta posición crítica sobre el papel del Partido Comunista al final de la Guerra Civil Española que ha sido directamente descartado bajo el propangandístico título de “traidor”.
Los argumentos de tensión del final de la guerra que impulsará el conflicto entre el movimiento libertario y el PCE se basan según García Pradas en “quitar los motivos de la lucha, en restar esencias revolucionarias a la guerra y dividir las fuerzas que teníamos para oponer al enemigo” (14). “No luchamos por la revolución social sino por la República democrática de nuevo tipo”, argumentaban los comunistas según García Pradas.Una de las cosas más llamativas que menciona García Pradas es la campaña de “para todos los españoles” que el PCE impulsó de cara a la confraternización, entre ellos menciona un dibujo del diario Comisario donde un fascista y un comunista se estrechaban las manos.
Sobre la caída de Cataluña, la cual asume García Pradas responsabilidad entera a Negrín, poco se habla, y llama la atención la rápidez de esa caída y las poca estrategia de contención que se realizó. El silencio sobre este tema en la bibliografía actual es llamativo. “No organizó la evacuación de nada ni de nadie. De Barcelona, no salió quién quiso, sino quien pudo..”(23). Sin embargo, “Negrín y su gente estaban en Toulousse.” (25).
Sobre el oro y los fondos remanentes bajo el gobierno de Negrín se sugieren todas las sospechas pero poco son los datos concretos. Hay que resaltar que el libro fue escrito al calor de terminada la guerra en julio de 1939.
La acumulación de poder del gobierno de Negrín, su responsabilidad en la caída de Cataluña casi sin resistencia, potenciaron el enfrentamiento de las fuerzas republicanas aún en pie en la zona Centro-Sur (32).
La negociación con los británicos es mencionada sólo al pasar en la página 35 pero no se desarrolla. Acá también la bibliografía también sigue en un silencio llamativo.
García Pradas muestra con firmeza como el mal humor de las fuerzas republicanas contra su parte comunista iba creciendo. De hecho objetivamente perdieron en el enfrentamiento del golpe de Casado, entre ellos también estuvo presente Miaja y la mayoría de los cuadros militares. Nadie ha respondió seriamente hasta el porque de esta fuerza masiva.
García Pradas parece formar el tándem de conducción cenetista de Madrid junto a Manuel Salgado, Benigno Mancebo y Eduardo Val. También aparecen mencionados Mera, y Eduardo de Guzmán pero como simple periodista.
García Pradas asegura: “...el stalinismo era incompatible con nuestra revolución y acaso su enemigo más peligroso, porque se llamaba defensor de la clase trabajadora al ponerla a su propio servicio, porque ajustaba su actuación oportunista a las conveniencias de la URSS” (55). Y señala: “Me parece que la fórmula de Stalin era la siguiente: República democrática gobernada en nombre del Frente Popular por el Partido Comunista bajo el control de la GPU (policía secreta)” (56).
Atribuye la caída de Cataluña al acuerdo de los términos de la reunión entre Chamberlain y Mussolini en Roma por parte de Stalin.
En toda su argumentación nunca aparecen los diálogos paralelos que Casado en comunicación con García Pradas llevaba a cabo con el gobierno de Burgos.
Tanto él como Salgado fueron hechos prisioneros por los comunistas durante la sublevación y contradice los argumentos de ferocidad comunista esgrimidos. Parece haber ahí algún silencio de García Pradas sobre los términos y finalización de ese cautiverio.
Si mencionan varios fusilamientos realizados por los comunistas que están al mismo nivel de “canallada” que el de Barceló, serían: los tenientes coroneles Maldonado, Peréz Gazolo, Arnoldo Fernández y Peinado Leal. Otro de los temas sobre los que todavía queda mucho por decir.
El último capítulo repasa la caída de casi todas las unidades del frente y el cansancio de las fuerzas militares que fueron rindiéndose casi en cascada en todos lados.
La salida en barcos elude sus responsabilidades en relación a la decisión de a quien dejar y quien pudo partir en los pocos barcos que embarcados al exilio. No parece nada heroica esa salida y sí llena de miseria humana de sálvese quien pueda. Otro tema sobre el que parece que se prefiere no hablar.
La edición de este libro en Argentina fue realizada por la editorial Imán vinculada al anarquismo, prologada por el español-argentino Diego Abad de Santillán y con epílogo de José Grinfeld (o Grunfeld) militante argentino del anarcosindicalismo combatiente en la guerra civil que cierra el libro con esta frase: “Algún día, retornando a España los luchadores antifascistas traicionados por Moscú y las democracias; los que agonizan en los campos de concentración de Francia y África; los que en éxodo dramático se trasladaron a tierras de España, sabrán hacer honor a los caídos y amos que se jugaron íntegramente por la dignidad y la justicia. Entonces caerán los falsos ídolos; recién entonces se comenzará a hacer la verdadera historia de la guerra española.” (153).
Parece que el momento vaticinado por Grunfeld todavía no ha llegado....
José García Pradas. Cómo terminó la guerra de España. Imán. Julio 1940. Buenos Aires

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